Cultivos de invierno: cómo maximizar tu huerto cuando llega el frío

¡Octubre no es el fin de la temporada para tus cultivos! Incluso en invierno, tu huerto puede seguir ofreciéndote productos increíbles. Muchas coles, tubérculos y algunas lechugas prefieren el clima fresco y a veces saben mejor cuando hace frío, ¡incluso con temperaturas bajo cero! ¿Por qué? Porque las heladas activan procesos en algunas plantas que convierten el almidón en azúcar, lo que mejora su sabor. Además, el frío constante sin heladas también contribuye a un sabor más delicioso. Cuando la planta reduce su metabolismo, el azúcar y los sabores se concentran más en remolachas, tubérculos y hojas, sin que la planta los procese más.

Por cierto: Si estás pensando en disfrutar no solo de verduras, sino también de frutas frescas de tu huerto, el momento ideal para tomar acción es durante octubre y noviembre. Estos meses son perfectos para plantar árboles frutales y arbustos jóvenes. Aunque tendrás que esperar hasta el próximo verano para recolectar la fruta, ¡el tiempo invertido ahora valdrá la pena!

Los canónigos son ideales para mantener la salud durante el invierno gracias a su aporte de vitamina C y hierro. Para asegurar una cosecha exitosa, siémbralos a partir de septiembre en un lecho soleado con suelo calcáreo. Normalmente, crecen rápido, aunque su ritmo puede reducirse si las temperaturas bajan de los ocho grados. En ese caso, es probable que tengas que esperar hasta la primavera para cosecharlos. Sin embargo, en inviernos suaves, puedes extender su crecimiento cubriendo las hileras con vellón. Explora nuestra guía completa sobre los canónigos para descubrir información detallada sobre cómo sembrar, cuidar y cosechar esta planta.

Si ya cosechaste tus patatas, puedes usar el mismo espacio para plantar nuevas hortalizas: las cebolletas son una excelente opción para ocupar ese lugar después de la cosecha en primavera. A diferencia de las cebollas comunes, las cebolletas son especiales ya que toleran muy bien la falta de luz y las bajas temperaturas, incluso soportando hasta menos diez grados Celsius. Aunque también les agrada un lugar soleado, es ideal plantarlas a finales de septiembre o principios de octubre en un substrato rico en nutrientes y con buen drenaje. Antes de plantarlas, asegúrate de limpiar bien la zona de malas hierbas y de aflojar la tierra. Plántalas a una profundidad de dos o tres centímetros, dejando aproximadamente diez centímetros de espacio entre cada bulbo. El momento óptimo para cosecharlas será cuando las hojas comiencen a amarillear, por lo general, alrededor de mayo.

El ajo de invierno produce bulbos más grandes que los cultivados en primavera. La forma más sencilla de cultivarlo es plantando dientes de ajo secos. También se pueden utilizar bulbillos, los pequeños bulbos que crecen en la parte superior de la planta. Sin embargo, esta opción requiere más paciencia, ya que la cosecha tarda dos años debido al tiempo necesario para su desarrollo. Por ello, recomendamos optar por la siembra de dientes de ajo secos para obtener resultados más rápidos y eficientes. A continuación, te explicamos el proceso:

Entierra los dientes de ajo a unos cinco centímetros de profundidad en un suelo suelto y soleado. Mantén una distancia de unos 20 centímetros entre cada diente y de 30 centímetros entre las hileras. Una vez plantados, no hay mucho más que hacer hasta la cosecha. Solo necesitas regar ocasionalmente, ya que el ajo no tolera el exceso de humedad. Deshierba regularmente para asegurar que los esquejes reciban suficientes nutrientes y considera añadir abono para mantener un suministro adecuado y garantizar un crecimiento sano de las plantas. La cosecha se realiza en julio, cuando dos tercios del follaje se han vuelto amarillos. En ese momento, afloja la tierra alrededor y saca los ajos con cuidado.

La verdolaga de invierno (Claytonia perfoliata) es ideal para cultivar en mesas de cultivo, ya sea en zonas soleadas o parcialmente sombreadas durante la estación invernal. Esta planta requiere temperaturas inferiores a doce grados para germinar y puede sembrarse con bastante densidad, permitiendo múltiples cosechas. En primavera, al finalizar la temporada de cosecha, la planta desarrolla pequeñas flores blancas que añaden aún más atractivo a su belleza.

Para la siembra, la temperatura ideal debe situarse entre los ocho y los doce grados Celsius. Las semillas se colocan en un agujero o surco de aproximadamente un centímetro de profundidad. Es recomendable mantener una distancia de cinco a ocho centímetros entre las semillas y de diez a quince centímetros entre las hileras. Además, es importante mantener la tierra constantemente húmeda durante este proceso. La verdolaga de invierno es fácil de cuidar: dado que es un cultivo delicado, se recomienda utilizar un fertilizante líquido suave para fomentar un crecimiento saludable. Después de seis a ocho semanas, cuando las hojas hayan alcanzado unos diez centímetros de altura, podrás realizar la primera cosecha. Corta las hojas a unos dos centímetros del suelo con un cuchillo, lo cual estimulará el crecimiento de nuevas hojas y permitirá cosechar continuamente hasta la primavera. La temporada de cosecha finaliza cuando la verdolaga de invierno comienza a florecer, generalmente en abril.

La aspérula es resistente a las bajas temperaturas y prospera bien incluso en sombra fresca. En primavera, se transforma en una hierba aromática y fragante que puedes utilizar para hacer un ponche refrescante.

Siembra las semillas con una distancia de unos 20 centímetros en un suelo rico en humus. Es fundamental mantener temperaturas frescas y heladas durante al menos cinco semanas para asegurar una germinación exitosa. Dependiendo de las condiciones climáticas, las primeras hojas pueden aparecer entre 20 y 100 días después de sembrarlas. Como la aspérula prefiere crecer en ambientes boscosos, es esencial mantener el suelo húmedo. Debes recolectarla en primavera, antes de que comience a florecer, ya que una vez que florece, ya no es recomendable cosecharla. Para que disfrutes del sabor al máximo, deja secar la aspérula cosechada durante uno o dos días.

El berro de invierno es resistente y fácil de cuidar. Aunque no crece tan rápido como el berro más común en primavera y verano, esta hierba aromática es una excelente fuente de vitaminas, especialmente vitamina C. Para cultivarlo en invierno, es recomendable sembrarlo a finales de septiembre, dejando una separación de al menos 15 a 20 centímetros entre hileras. Es fundamental mantener la tierra siempre húmeda y controlar las malas hierbas regularmente. Si las plantas crecen muy densas, se aconseja adelgazarlas. El berro de invierno se puede cosechar casi todo el año, excepto durante su floración, que ocurre de abril a junio. Es óptimo consumir el berro recién cosechado para disfrutar al máximo su sabor picante y especiado, que es intenso y delicioso.