Las semillas de chía, los aguacates o las bayas de Goji son muy saludables y tienen la reputación de ser superalimentos. Desafortunadamente, estos productos provienen del otro lado del mundo, lo que supone un efecto negativo sobre la huella de carbono. En este artículo, te presentamos verdaderas bombas vitamínicas prácticamente olvidadas y que puedes cultivar en tu propio jardín.
La vitamina C de las dunas costeras
Las bayas del espino amarillo contienen numerosos compuestos saludables; sin embargo, han caído en el olvido en las últimas décadas. Ya que el arbusto no resiste la más mínima pizca de sombra, se desarrolla especialmente bien en las superficies expuestas de las costas, las montañas y las riberas fluviales. Algunos cultivares —en la actualidad disponibles para jardines— son superiores al espino amarillo en lo que respecta al rendimiento de la fructificación y a la calidad de los frutos. Debe tenerse en cuenta que el espino amarillo se caracteriza por un crecimiento excesivo, por lo que ocupará mucho espacio en los macizos, y que no debe estar a la sombra de otras plantas. Tan pronto como las bayas revelan sus luminosos colores —entre mediados de agosto y mediados de septiembre—, se pueden cosechar pacientemente los frutos. Hay que estar atentos a no dejar las bayas madurando en los arbustos durante varias semanas, ya que desarrollarán un sabor ligeramente rancio.
Las bayas maduras del espino amarillo contienen tanta vitamina C como los limones y son ricas en vitaminas —A, B1, B2 y E—, razón por la que se usan en la formulación de numerosos cosméticos y aparecen en la farmacopea. Las bayas del espino amarillo también son muy ricas en ácidos grasos insaturados, minerales y oligoelementos, razón de más para plantarlo en tu jardín. El zumo de espino amarillo fortalece naturalmente tu sistema inmunológico, algo muy oportuno en invierno.
La versatilidad invisible
Con un follaje que puede alcanzar una altura de dos metros, el yacón es sin duda una planta que luce imponente en los parterres; sin embargo, su verdadero valor se esconde bajo tierra en forma de tubérculos. Si bien su forma recuerda a las de las batatas, el sabor de estos tubérculos es más parecido al de la pera debido a su alto contenido de fructosa.
Puedes plantar el yacón directamente en el jardín una vez pasado el riesgo de heladas. Si no tienes un jardín, el yacón también se puede cultivar en una maceta lo suficientemente grande. Las hojas —que pueden llegar a medir hasta 20 cm de largo— dejan entrever su gran capacidad para la fotosíntesis y, en consecuencia, de enviar una gran cantidad de nutrientes a las raíces tuberosas. Para cosechar tubérculos sabrosos y ricos en nutrientes, elige un emplazamiento a pleno sol para las plantas y riégalas debidamente. El oscurecimiento de las hojas tras la llegada de los primeros fríos de otoño marca el momento de cosechar esta hortaliza. A pesar de su tamaño, nadie debería dudar de cultivar esta planta, ya que con unos buenos cuidados es posible cosechar tubérculos de 5 a 6 kg (cada ejemplar). La cosecha se podrá consumir cruda usándola en ensaladas de frutas y granizados. Pero también puedes cocinar los tubérculos como si fueran patatas o usarlos para preparar jarabe casero.
Este versátil tubérculo, el yacón, ya se cultivaba en la época de los incas por sus virtudes curativas. En los últimos años, esta planta ha ganado gran notoriedad como edulcorante natural, tanto en forma líquida como en polvo, ya que el tubérculo es extremadamente hipocalórico en comparación al azúcar común. Su elevado contenido de fructosa mejora la función digestiva y estimula el sistema inmunológico.
Para confeccionar deliciosas mermeladas
El grosellero espinoso es un arbusto de pequeño tamaño que produce bayas (llamadas grosellas) que son verdaderas esferas mágicas, ya que con solo 150 g de este fruto se cubre la necesidad diaria de vitamina C. El grosellero espinoso gana aún más reconocimiento gracias a la obtención de nuevas variedades sin espinas y más resistentes a las enfermedades. Además de un emplazamiento soleado o a media sombra, un riego adecuado es decisivo para una cosecha abundante. También es aconsejable suplementar las condiciones anteriores con un aporte de desechos de cuernos o de un abono para arbustos bacíferos en primavera.
Puedes cosechar las bayas entre verdes y rojizas de junio a agosto en función del grado de dulzor deseado. Debido a su aroma fresco y ácido, las grosellas del grosellero espinoso se usan especialmente en la elaboración de postres dulces y mermeladas, lo que supone un beneficio para la salud. Además de ser ricas en vitaminas B y C, estas bayas nos aportan potasio, hierro, fósforo y magnesio que entrañan beneficios para el cabello, las uñas, el esqueleto y los dientes. Las mujeres embarazadas pueden beneficiarse de su alto contenido en ácido fólico y silicio. Además, se ha demostrado que la pulpa de las bayas del grosellero espinoso tiene efecto en la regulación del sebo en las pieles grasas.
Un gran clásico de nuestras abuelas
Finalmente, ese gran clásico no debe faltar en la lista de los superalimentos regionales. La col rizada —cuyas hojas no tienen mayores exigencias en un jardín— es una hortaliza insuperable por su contenido de vitaminas y nutrientes. La col se desarrolla mejor en suelos ricos y humíferos expuestos al sol. Puede resistir perfectamente temperaturas negativas de hasta -15 ºC en invierno.
Puedes sembrar las semillas en bandejas a partir de principios de mayo. Trasplanta las plántulas transcurridas seis a ocho semanas de la siembra, espaciándolas unos 50 cm en todas las direcciones. Ya que la col rizada es una planta muy extractora de nutrientes, se aconseja fertilizar el suelo debidamente antes de la plantación y agregar el abono orgánico suficiente y agua durante todo el periodo de fuerte crecimiento en verano. La col rizada se puede cosechar de noviembre a enero, después de las primeras heladas. Mientras que las otras hortalizas ya han abandonado desde hace tiempo la huerta, la col rizada necesita temperaturas invernales para desarrollar todo su sabor característico (suave y dulce).
Muchos conocen la col rizada por los nutritivos guisos asociados a la mantequilla resolidificada, tocino ahumado y salchichas. La col rizada aporta al organismo una enorme cantidad de hierro y de proteínas, un aporte particularmente interesante para los vegetarianos y los veganos. Las saludables hojas se utilizan cada vez más en granizados, ensaladas, escaldadas o como una variante de las patatas fritas en nuestro régimen alimenticio, ya que la col rizada se compone de un 85 % de agua y contiene tan solo 87 kilocalorías por cada 100 g. Además, sus grandes hojas suponen un tesoro para nuestro organismo debido a su contenido en calcio, vitaminas K y C, y muchas sustancias antioxidantes vegetales. Gracias a las fibras alimenticias que contiene, esta hortaliza es sumamente beneficiosa para la digestión, favorece la regulación de los niveles de colesterol y contribuye a la salud de la flora intestinal.
No tan de moda, pero igualmente saludables
Exóticas | Regionales |
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Semillas de chía | Semillas de lino |
Té verde molido | Manzanilla |
Bayas de Goji | Arándanos |
Quinua | Lentejas y trigo sarraceno |
Granadas | Ruibarbo |
Bayas de Acai | Berza roja |
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