Las dalias

Originarias de América Central, estas bellezas botánicas pertenecen, taxonómicamente, a la familia de las compuestas (Asteraceae, o también Compositae). En parterres, macizos o en macetas, las dalias prefieren los lugares bien soleados y un suelo permeable y rico en nutrientes.

Las dalias son muy sensibles a las heladas. Para evitar que las heladas dañen los bulbos, es conveniente plantar las dalias a unos 10 cm de profundidad y después de mayo. Sin embargo, en interiores, puedes plantarlas a partir de marzo o abril. Hay que esperar a que pasen los santos del hielo para trasplantar las plántulas en suelo firme.

Las dalias requieren, en cierta medida, más cuidados que la otras plantas, pero nos recompensan con una floración particularmente prolongada. Las plantas con flores necesitan más agua en verano, por lo que hay que regarlas suficientemente. Riega las plantas en macetas siempre por la parte inferior, preferentemente, más a menudo que abundantemente, ya que las dalias no tienen la capacidad de resistir el anegamiento.

Las dalias deben contar con los nutrientes suficientes para desarrollar su exuberante floración. Siempre que sea posible, añade el fertilizante directamente en el suelo de la plantación. Te aconsejamos usar un fertilizante universal para perennes. Un fertilizante de liberación sostenida permite fertilizar las dalias una sola vez durante toda la temporada.

Además de un riego suficiente, la poda estival se incluye entre los cuidados más importantes que se deben dispensar a las dalias. De ser posible, elimina inmediatamente las flores marchitas, de manera de favorecer la formación de nuevos botones. Cuanto más regular sea la poda, más prolongada y exuberante será la floración.

Poda las dalias entre 5 y 6 cm y desentierra el bulbo con cuidado. Para ello, no lo hagas a principios de temporada, de manera que el bulbo tenga el tiempo suficiente para almacenar la cantidad necesaria de nutrientes para el invierno. Coloca los bulbos en una cajonera llena de arena y guarda la cajonera contentiva de los bulbos en un lugar fresco, seco y protegido de las heladas. Vigila que los bulbos no se deterioren durante los meses de invierno y elimina las partes dañadas.