El tomate

El tomate (Solanum lycopersicum) pertenece a la familia Solanaceae y es una planta que puede ser anual y bienal. Es originaria de Perú y Ecuador y su desarrollo exige mucha agua y luz. Además, son numerosas las variedades con las que se obtienen excelentes resultados al cultivarlas en invernadero.

Sin embargo, al aire libre, también es posible obtener buenas cosechas, siempre que se opte por un lugar soleado, cálido y protegido del viento. En otoño, debes proteger tus tomateras de la lluvia.

La protección de las plantas mediante fundas cortavientos perforadas diseñadas especialmente para tomateras permite mejorar las condiciones de crecimiento al aire libre de una forma fácil.

A partir de marzo, la siembra se puede llevar a cabo en el alféizar soleado de una ventana o en un invernadero, en semilleros o directamente en macetas con un sustrato de multiplicación y bajo techo, asegurando una temperatura óptima de entre 20 y 25 ºC.

Al trasplantar las plántulas, se recomienda eliminar aquellas cuyas hojas estén dañadas o aquellas en las que la cubierta o tegumento de la semilla no se haya desprendido.

A partir de mediados de mayo (pasados los santos del hielo), el tomate puede trasplantarse al aire libre. La plantación se puede llevar a cabo antes, siempre que se tenga la certeza de que la temperatura no descenderá por debajo de los 0 ºC.

El tomate necesita mucha luz y estar bien aireado. No plantes tus tomateras demasiado cerca entre sí, ya que es probable que se debiliten y sucumban al ataque de enfermedades. La distancia entre plantas en una misma hilera varía de 40 a 70 cm y de 80 a 100 cm entre hileras.

El tomate se caracteriza por una buena autocompatibilidad que permite su cultivo en un mismo bancal durante varios años seguidos. Aplica un fertilizante o un mantillo especial —por ejemplo, un mantillo para hortalizas y tomates— en el suelo antes de plantar. Este mantillo está especialmente formulado para las hortalizas muy extractoras de nutrientes.

Rodriga tus tomateras con una estaca de madera o un tutor de acero en espiral. Durante el crecimiento, habrá que adaptar la sujeción de vez en cuando.

Asegúrate de mantener bien húmeda la tierra en todo momento. No te olvides de regar regularmente las plantas en caso de sequía, sin mojar el follaje para evitar las enfermedades causadas por hongos u otros parásitos filamentosos (enfermedades criptogámicas).

Además de la luz, un buen suministro de nutrientes es necesario para un buen desarrollo del tomate. No te olvides de aplicar la cantidad debida de fertilizante. Te proponemos una amplia variedad de productos que incluyen fertilizantes formulados para responder a las necesidades específicas del tomate.

La frecuencia de fertilización depende del producto utilizado. Si te has decantado por un abono líquido, aplícalo semanalmente. Si, por el contrario, prefieres un fertilizante de liberación sostenida, es suficiente una sola aplicación, justo después de la plantación, para toda la temporada. Asegúrate de observar la dosificación indicada en el embalaje.