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Podar bien los árboles

La poda regular supone ventajas. La poda estimula la lignificación y la formación de flores y frutos, lo que favorece el crecimiento y garantiza una buena prevención contra las enfermedades y las infestaciones fúngicas. Aquí, aprenderás todo lo que necesitas saber para determinar el momento oportuno y conocer la técnica correcta.

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¿Cuál es el mejor periodo para podar tus árboles?

La poda de los árboles está sujeta a las mismas exigencias que los demás cuidados del jardín: ¡Todo es cuestión de planificación! El mejor periodo es durante febrero y marzo, una vez dejadas atrás las heladas más fuertes. Una poda demasiado precoz afecta la resistencia de las plantas leñosas contra las heladas y una demasiado tardía supone el riesgo de dañar los brotes ya formados. Es importante podar los árboles únicamente cuando no haya heladas.

La técnica de poda correcta

Utiliza siempre herramientas bien afiladas para que la poda sea lo más limpia posible. Para conservar un porte natural, conviene podar las ramas primarias teniendo cuidado de mantener la estética de la copa.

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Corte de las ramas

Siempre asegúrate de podar por encima de las yemas terminales, realizando cortes ligeramente oblicuos, para que el agua pueda fluir. Es absolutamente necesario dejar las protuberancias en las axilas de las ramas (tejido cicatricial o callo), ya que permite que las heridas se cierren más rápidamente. El tejido cicatricial se forma a partir de un entrelazamiento de la madera dura y la madera de la corteza: cada año, la rama comienza por brotar y va ganando espesor. Más tarde, durante el año, los troncos también engrosan y recubren una parte de las ramas.

No realices los cortes demasiado cerca de los troncos, ya que esto entraña el riesgo de destruir el tejido cicatricial o callo que tiene como función cerrar las heridas para evitar las enfermedades fúngicas.

Además, ¡asegúrate de no podar demasiado lejos de los troncos! Así, evitarás la formación de muñones demasiado grandes. Consecuencias: los hongos o las bacterias saprógenos (que favorecen la formación de moho) podrían infestar las ramas con mayor facilidad y, seguidamente, destruirlas.

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Acortar las ramas

No es necesario cortar sobre el callo si solo se desea acortar las ramas directamente delante de la protuberancia entre el tronco y la rama. Atención: es necesario hallar cualquier posible brote y cortar diagonalmente por encima de la yema (aproximadamente 5 mm) para favorecer una mejor salida del agua. Aquí, tampoco es deseable dejar demasiado tallo por encima de la yema y se debe evitar cortar demasiado diagonalmente para que la herida sea lo más pequeña posible.

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Paso a paso

Cortar las ramas más gruesas

Las ramas gruesas se deben acortar en tres etapas para minimizar el efecto del corte. Ulteriores cuidados favorecerán la cicatrización e impedirán la penetración de virus, bacterias y hongos. Descubre cómo hacerlo paso a paso.

  1. Poda primeramente la rama a partir de la cara inferior hasta el medio. Respeta una distancia de aproximadamente 50 cm del tronco.
  2. Corta la rama partiendo de la parte superior a unos 60 cm del tronco.
  3. Corta el resto de la rama, de manera que el callo permanezca en el tronco.
  4. A menudo, es necesario esperar muchos años para que la herida cicatrice totalmente. Durante este periodo, los virus, las bacterias y los hongos pueden penetrar en el árbol. Por lo tanto, es necesario retirar las virutas de la herida y cortar la coz con un cuchillo.
  5. Para acelerar la cicatrización, aplica abundantemente un cicatrizante justo después de la poda, extendiéndolo 2 cm más allá de la herida. Controla la superficie cada dos o tres años y vuelva a aplicar el cicatrizante si fuera necesario.

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